Siento que me perdí…

Siento que me perdí. Sé que es momentáneo, y pronto volveré a mi. Pero es raro, ver que estás y no estás. Que entre un pensamiento y otro, se te van las ideas. Pero es solo temporal, y pronto volveré a mí.

Cuando me enteré que había dado positiva al Covid, me sorprendí. Realmente pensaba que el dolor de cabeza podría ser una gripa cualquiera, pero no fue así. Gracias a Dios, no he tenido ningún otro dolor o síntoma severo. Sin embargo, aumentó el cansancio y disminuyó la energía, y de repente… siento que me perdí.

Entre una palabra y otra, hay silencios, espacios en blanco, momentos que se fueron. No sé como explicarlo, porque ni yo misma lo entiendo, pero pronto volveré a mí.

Mientras tanto, me rehuso a pasar los días en cama y con la mente en blanco. Estoy leyendo, disfrutando desde mi hamaca el aire fresco, el canto de los pájaros, y los rayos del sol que se filtran entre las ramas del árbol que me cobija. 

Le doy a gracias a todos los que han estado pendiente, orando por mi pronta recuperación y el cuidado de mi familia. Ellos están bien gracias a Dios, y yo pronto volveré a mí.

Equilibra tu vida: consejos para ganar en el trabajo y en el hogar

Como esposa, madre, empresaria y seguidora apasiona de Jesús, suelo balancear mi tiempo entre la familia, el trabajo y las actividades de la iglesia. Aunque para ser franca, aquello de “balancear el tiempo” lo aprendí hace un par de años atrás; porque lo cierto es que antes parecía una malabarista caminando sobre una cuerda floja… Me tambaleaba con el corazón en la boca y a punto de caer.

De alguna manera u otra, todos pasamos por un periodo en la vida en el que nos sentimos fuera de balance y de control. ¡Es perfectamente normal! Lo que no es usual es que nos acostumbremos a vivir haciendo malabares para desarrollar con éxito  nuestro trabajo, servir en la iglesia y cumplir con los deberes del hogar.

¿Cómo equilibrar tu vida?

El primer paso para crear un estilo de vida balanceado es entender lo que esto realmente significa; pues no siempre quiere decir que le daremos el mismo tiempo o atención a cada área de nuestra vida. ¡Eso es un mito!

La clave está en ser selectivos, planificar, delegar, y lo más importante: priorizar.

No quiero crearte falsas expectativas y que pienses que tengo todo bajo control. Pero sí me atrevo a asegurar que busco intencionalmente un balance en mi vida. Con los años he comprendido que en la matemática de Dios el orden de los factores sí altera el producto.

La Biblia es clara al respecto:  “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”. (Mateo 6:33)

Me encanta este versículo porque encierra una gran promesa. ¡Dios es fiel y cumple su palabra! Cuando lo buscamos de corazón y actuamos en obediencia milagros suceden. Por tanto, debemos seguir sus pasos y disponernos a hacer su voluntad… Él se encargará del resto.

1. Sé selectivo

Algunas veces lo más acertado y prudente es decir no. Si ya tienes muchas responsabilidades bajo tu cargo, agregar una más puede ser la gota que reboce el agua del vaso. Recuerda lo que no aporta a la cristalización de tu propósito, inevitablemente te aleja de él. Por tanto, espera que se libere un poco tu agenda y luego acepta el nuevo reto.

2. Planifica

El momento de planificar el día es quizás uno de los instantes más importantes para lograr grandes resultados. Para ser más productivo recuerda incluir tanto los aspectos profesionales de tu vida, como los aspectos personales. Toma conciencia de la importancia de planificar momentos específicos de tiempo con tu familia, realizando actividades de ocio o de disfrute personal. También dedica un tiempo diario a cuidar la herramienta más importante que posees: tú mismo.

3. Delega

Algunas veces nos cuesta pedir ayuda, pero si realmente quieres avanzar necesitas ceder algunas responsabilidades y tener presente que no existe una única forma de hacer las cosas. Al liberar de tu agenda algunas actividades, podrás hacer espacio para otras nuevas y más valiosas.

4. Aprende a priorizar

En la mayoría de los casos el problema no está las múltiples obligaciones, sino que le damos prioridad a aquello que necesita nuestra atención en el momento. Y lo peligroso de esto es que fácilmente confundimos lo importante con lo urgente. Y en un mundo que compite por llamar nuestra atención, el que se desenfoca pierde.

No te desvíes de tu propósito. Dios inspira planes que pueden sorprender por su inmensidad, pero si los aceptamos y nos alineamos a ellos, Él siempre proveerá las fuerzas, los recursos y nos acompañará hasta que la obra se dé por terminada.

Sus planes siempre proyectan mucho más abundancia de lo que podemos pedir y comprender. Él no quiere que planifiques ganar el sueldo mínimo para alimentar a tu familia, sino que ¡planifiques tener tu negocio y darle trabajo a muchos! Al exigirte el máximo esfuerzo para realizar los planes que has definido, tendrás que acercarte a Él y clamarle. Entonces tu fe se fortalecerá y sabrás que no lo lograrás con tus fuerzas sino con las del Señor.

No te conformes con poco, transforma y renueva tu entendimiento y planifica abundancia porque bendecirte es la voluntad de Dios.

Deja de pensar como la persona promedio, haz a un lado los pensamientos de derrota, ¡ve y toma las bendiciones que son tuyas, para tu casa, para tus finanzas y para tu relación con el Señor!